Saca de febrero de 2012
DO Jerez-Xérès-Sherry
15% alc. – 375ml
Rey Fernando de Castilla y Almacenista Juan García Jarana
Jerez de la Frontera
Producción: 1.100 botellas
El mejor vino de color se obtenía de la lenta fermentación de una mezcla de mosto natural de palomino fino con arrope (el mismo mosto,una vez concentrado a una quinta parte de su volumen en grandes calderos puestos a fuego directo). Manuel Mª. González Gordon cuenta en su «Biblia» del Jerez que estos vinos no sólo se valoraban por su aporte de color sino también por la calidad de los aromas que desarrollan con la edad cuando se les deja envejecer en botas, toneles y vasijas de diferentes tamaños. Por ello, en algunas bodegas existía la costumbre de no sólo emplear el vino de color recién producido para sus embotellados comunes, sino también de mantener en crianza oxidativa un vino de color viejísimo, en ocasiones cabeceado con viejo oloroso, para así disponer de un vino de color viejo y noble, adecuado para ‘tocar’ sus vinos más venerables y exclusivos en el momento del embotellado, una tradición del Marco que, por cierto, somos partidarios de abandonar por completo. Ése es el origen de La Bota de Dulce nº 33 Color «Bota NO», un vino esencial.
El empleo de vino de color joven comenzó a decaer pasada la mitad del Siglo XX con los avances técnicos que permitían acceder a otros medios más directos y asequibles de aportar color a los vinos (nuevamente, una práctica que rechazamos), y cayó en casi completo desuso entre las décadas de 1960 y 1970. Los aromáticos vinos de color ennoblecidos por la vejez siguieron pronto el mismo camino. No obstante, algunos productores han conservado algunas de estas botas como reliquias de tiempos pasados. Entre ellos, el Almacenista Juan García Jarana, que alberga en la más recoleta de sus dos bodegas del Barrio de Santiago en Jerez un pequeño conjunto de tres botas viejísimas, de las cuales hemos seleccionado para esta saca aquélla que nos parecía más equilibrada dentro de su tremenda concentración.
Éste es un vino extremadamente viejo, adecuado para deleitarse con su aroma y beber a pequeños sorbos, apenas mojándose los labios. Mucha concentración, extracto seco y acidez muy altos. Con un dulzor en torno a los 190gr de azúcar, responde a la tipología de «Dulce», toda vez que hoy en día el vino de color ha desaparecido de cualquier clasificación oficialmente reconocida en el Marco de Jerez.
Para quienes hayan tenido la suerte de probar alguna vez los viejísimos «Para» de 100 años de la extraordinaria bodega australiana Seppeltsfield, con su tanicidad reconcentrada y su brutal carácter, quizás este vino se los recuerde. Otras referencias más cercanas pueden ser La Bota de Amontillado nº 5 NPI de Equipo Navazos y Moscatel Viejísimo Toneles de Valdespino. La Bota de Dulce nº 33 es en cierto modo similar a estos últimos en términos de vejez media estimada (¿70-80 años?) y concentración, y a mitad de camino en términos de dulzor, si bien probablemente con un carácter un poco menos refinado.
Muy poquísimas medias botellas de un vino excepcional, viejísimo, extremadamente raro. Muchos verdaderos expertos tendrán motivos para considerarlo imbebible, pero a nosotros nos encanta…