Saca de enero de 2010
D.O. Manzanilla Sanlúcar de Barrameda
16% alc.
Edición limitada a 750 botellas de 50 cl
Bodega: Hijos de Rainera Pérez Marín, Sanlúcar de Barrameda
De una selección de botas de esta solera «uno en quince» (o sea, compuesta por quince botas) de manzanilla pasada se hizo la que formó la edición nº 10 de la serie «La Bota de…»: una manzanilla muy vieja sencillamente magistral, de una complejidad y finura pocas veces vista. Para la edición nº 20, dos años más tarde, hemos seleccionado exclusivamente la mejor y más excepcional de esas quince vasijas: la BOTA PUNTA. Ésta siempre ha seguido un régimen especial de sacas y rocíos bajo los atentos cuidados del verdadero creador de este vino: Rafael Rivas, capataz de La Guita que ha tenido ininterrumpidamente bajo su responsabilidad la Bodega Misericordia en Sanlúcar de Barrameda desde que los propietarios de la empresa Hijos de Rainera Pérez Marín adquirieron el edificio en 1986.
Rafael Rivas (Foto Óscar Matellanes)
Tras la saca correspondiente a aquella La Bota de Manzanilla Pasada nº 10 «1/15», la bota punta no fue refrescada con vino de la siguiente criadera, sino con manzanilla pasada que quedó sin extraer en las otras botas de la propia solera, las cuales a su vez sí que fueron refrescadas con vino procedente de la criadera inmediatamente más joven. La improbable combinación de poderío y elegancia que ya exhibía la bota punta en enero de 2008, se ha convertido dos años más tarde en un derroche de todo tipo de descriptores positivos para agotar los cuales habría que recurrir a las hipérboles habituales cuando un vino supera al catador. De esta manzanilla inefable se hace la presente saca, limitadísima y en botellas transparentes para que luzca el precioso color dorado del vino, como homenaje a la discreta sabiduría vinatera del capataz Rivas, en la fecha señalada de su jubilación en enero de 2010.
Capataz Rafael Rivas (Foto Óscar Matellanes)
Esta edición comparte las características esenciales de La Bota de Manzanilla Pasada 10, sólo que con mayor intensidad y pureza, por más que a los conocedores de aquel vino tal cosa les pueda parecer impensable. Un vino auténticamente para soñar, que no se creería que pudiera existir si no se tiene la ocasión de comprobarlo en persona.