Saca of October 2007
D.O. Jerez-Xérès-Sherry
20% alc.
Edición limitada a 1400 botellas de 75 cl
Bodega: Miguel Sánchez Ayala S.A. Sanlúcar de Barrameda
Han pasado casi dos años desde que el Equipo Navazos echó a caminar, de un modo casi casual, su proyecto “La Bota de…” El origen fue la visita de tres amigos apasionados de los jereces a la casa sanluqueña Sánchez Ayala. Allí se guardaban algo más de sesenta botas de un amontillado extraordinario, finísimo, en el que el origen de excelente manzanilla se mantenía en un perfil acerado y elegante a pesar de los veinte años que llevaba sin moverse y de los más de treinta años de vejez media que, sin duda, el vino tenía. Su propietario tuvo la amabilidad de venderles una de esas botas (en realidad, hubo que seleccionar dos, ya que el nivel era bajo debido a las mermas) y allí comenzó todo.
Ya era hora de volver a los orígenes y reponer botellas de un vino de aquéllos que da cierta pena abrir porque se sabe que cada botella es un verdadero tesoro: La Bota de Amontillado Navazos, un nombre que evoca el famoso relato de Ed-gar Allan Poe. Un vino que engancha a los reticentes y entusiasma a los conoce-dores. Se trata de uno de esos improbables ejemplos de difícil complejidad pre-sentada con apariencia de sencillez, que permite superar con holgura el fundado mito de que el primer acercamiento a los amontillados suele ser siempre duro.
Navazos, el nombre que da título a este vino y también al grupo de conocedores que lo han seleccionado y promovido, se refiere a un particular modo sanluqueño de trabajar la tierra. Consiste en rebajar el terreno de huertas y cultivos para aprovechar la humedad de la capa freática, muy cercana a la superficie, dado que la desembocadura del Guadalquivir se encuentra a tiro de piedra. El nombre de la calle en que se hallan estas bodegas, Banda Playa, sugiere bien a las claras cómo de cerca discurría el río en épocas no tan lejanas. De hecho, todos los solares que rodean la bodega, y en casi todos los cuales se han construido viviendas en los últimos años, eran huertas de navazos. También llamados navazos de marea.
Atención, abrir una botella de este vino entraña cierto riesgo: Al servir una copa, sus aromas invadirán la sala donde se encuentre. Su envolvente intensidad aromática le puede hacer creer por un momento que está usted atrapado dentro de una bota de un gran amontillado. Pero no se asuste, que no hay nada que te-mer. Al contrario: mucho que disfrutar…